Su elaboración empieza con la obtención del cuero de vaca. Después se coloca en una tina con cal y agua durante 15 días aproximadamente, con la finalidad de quitar los pelos y extraer los restos de carne y grasa adheridos al cuero. Pasados estos días se pasa a otra tina donde se realiza el proceso de teñido. Éste se logra machacando cáscaras de mangle, lo que le da su característico color rojizo; posteriormente se saca y se pone a secar a la sombra hasta que está listo para trabajarse.
Para confeccionar un par de cutarras, lo primero que hace el artesano es cortar el lienzo y moldear dos plantillas sobre las que la persona colocará los pies para determinar su tamaño. Del mismo cuero se cortan unas correas que se utilizarán para hacer el tejido.
Una vez cortadas las plantillas, se mojan y se les marcan puntos para abrir los agujeros, a través de los cuales se introducen las correas, una vez mojadas y estiradas. A éstas se les realiza una abertura para hacer el trenzado o tejido. Las correas tienen que cortarse más delgadas para que no haya inconvenientes al momento de pasarlas por los agujeros.
Después de haber armado la plantilla, el dueño de las cutarras coloca sus pies sobre las mismas, para ajustar las correas hasta que queden firmes y adecuadas al tamaño de sus pies.
Finalizado el tejido, se usa el extremo de la correa para hacerle un nudo o remate hacia la parte externa del pie. Algunos modelos llevan gorgorer o fren, que es el extremo de la correa, al iniciarse su tejido, que se deja fijo por encima del empeine y se asegura en la plantilla al lado del dedo gordo para que el pie no resbale o se salga cuando se transita o camina por lodazales o lugares espinosos, evitando que el caminante se lastime. Este modelo de cutarra es utilizado por los danzantes de Diabólicos Sucios de La Villa de Los Santos; mientras que el que no lleva este elemento se observa más en las Danzas de las Enanas, del Torito y Montezuma Cabezona.
